La Jefatura Superior de Policía de La Rioja, alertada por APA Rioja, solicitó autorización al juez para entrar al domicilio en el que la perrita llevaba tres días abandonada después de que su dueño fuera expulsado de España
La perrita Sandy, durante su traslado en un vehículo tras el rescate. APA Rioja
Fue una actuación coordinada y veloz. No había tiempo que perder. Todo sucedió el pasado viernes, 21 de febrero, en la capital riojana. La Asociación Protectora de Animales de La Rioja (APA Rioja) recibió el aviso de que había una perra abandonada desde hace días en un piso de la calle Mercaderes de Logroño que no paraba de ladrar.
La entidad contactó de inmediato con la Jefatura Superior de Policía de La Rioja, desde donde, una vez comprobado el aviso y al confirmar que quien constaba como residente en la vivienda había sido tres días antes expulsado de España, se solicitó de forma urgente una orden al juzgado de guardia para que se autorizara la entrada en la vivienda «a los solos efectos de rescatar al animal que no paraba de pedir auxilio ladrando».
«Al tramitar el procedimiento de expulsión no supimos de la presencia del animal en el domicilio porque su propietario no había comunicado nada», han explicado a Diario LA RIOJA fuentes de la Jefatura Superior de Policía, que admiten la excepcionalidad del caso. «No es lo habitual que surjan estas situaciones porque en la mayoría de ocasiones se conoce in situ la existencia de un animal y se busca a alguien cercano al dueño que se haga cargo de él o se llama a la Asociación Protectora de Animales de La Rioja, pero en esta ocasión la constatación de la presencia del animal se produjo después de que se hubiera procedido a la expulsión de su propietario de territorio nacional, con lo que ha sido una situación excepcional», resumen las mismas fuentes policiales, que recuerdan que «aunque por una situación de emergencia podemos entrar en una vivienda, en estos casos, para curarnos en salud y garantizar el derecho fundamental a la inviolabilidad del domicilio solicitamos siempre autorización judicial».
Una vez recibida la petición policial, el juez de guardia emitió de inmediato un auto en el que equiparaba esta situación de urgencia a lo que la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana, referido a entrada y registro en domicilio y edificios de organismos oficiales, establece en su Artículo 15, en el que tras concretar que «los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad sólo podrán proceder a la entrada y registro en domicilio en los casos permitidos por la Constitución y en los términos que fijen las leyes», dicta que «será causa legítima suficiente para la entrada en domicilio la necesidad de evitar daños inminentes y graves a las personas y a las cosas, en supuestos de catástrofe, calamidad, ruina inminente u otros semejantes de extrema y urgente necesidad».
En su auto, el juez aclaraba que «si la ley citada autoriza la entrada en domicilio para evitar daños inminentes y graves a las personas y a las cosas, la situación expuesta en el oficio policial es, cuando menos, equiparable».
Finalmente no fue necesario forzar la puerta del piso, porque justo antes de acceder al inmueble pudo ser localizada una persona con llaves de la vivienda que permitió el acceso de los agentes al interior para rescatar a la perra, que fue derivada a la Asociación Protectora de Animales de La Rioja (APA Rioja).
«Sandy se salvó. Salió sedienta, hambrienta, sin entender nada, muy asustada, pero viva y se encuentra en nuestro refugio a la espera de adopción. Es una perra pequeña y muy cariñosa de unos tres años de edad y ya no esta tan asustada como el primer día», explica la presidenta de APA Rioja, quien no duda en alabar la actuación de las autoridades. «En este caso la Policía Nacional y el juez de guardia actuaron rápido y bien, tuvieron empatía por esa vida que corría peligro inminente. Aplaudimos y elogiamos este tipo de decisiones», asevera Carmen Faulín, quien muestra su deseo de que «esta actuación cree un precedente, que se inicie una nueva etapa en la que todos tomen ejemplo y actúen en estos casos de una forma rápida y eficiente evitándoles una muerte tan horrible a estos animales».
«Desgraciadamente en la asociación nos vemos enfrentados a estas situaciones. A menudo con la gran desesperación que supone no poder acceder a la vivienda y salvar a un animal que acaba muriendo de hambre y de sed al cabo de los días. Los vecinos denuncian los ladridos, los aullidos que poco a poco dejan de oirse a medida que el animal se va debilitando hasta morir en una lenta agonía», denuncia Carmen Faulín, para recordar un caso especialmente doloroso en el que «a una perra la dejaron incluso con el bozal puesto para que ni tan siquiera pudiese quejarse». Tras insistir en que este es el camino a seguir, la presidenta de APA Rioja admite que «muchas veces hemos sentido una gran impotencia cuando van pasando los días y sabemos que el animal acabará muriendo ante la indiferencia y desidia de las administraciones».