El reconocido escritor isleño presenta ‘Archipiélago herreño’, una fascinante edición donde se recopila lo mejor de su obra hasta el presente
Víctor Álamo de la Rosa ha publicado una decena de novelas, poesía, artículos, relatos cortos, y está considerado uno de los mejores escritores de nuestra literatura. Vuelve a la actualidad porque publica Archipiélago herreño, un tomo de más de 800 páginas de pura gran literatura, una “novela de novelas”, en palabras del propio autor, porque reúne cinco novelas y dos libros de relatos, publicados entre 1991 y 2011. Entre ellos, nada menos que El año de la seca, Campiro que y Terramores.
-Publica un volumen tremendo con sus mejores obras…
“Este tomo es un monumental edificio narrativo que debo al filólogo Victoriano Santana Sanjurjo, un genio, que es quien se lo ha trabajado durante años con todo el rigor y la paciencia y quien lo ha editado hasta con un diccionario de personajes. Creo que brinda una novedosa experiencia lectora al desplegar bajo un mismo techo un mundo novelesco propio, visceral, a través de mis novelas El humilladero (1994), El año de la seca (1997), Campiro que (2001), Terramores (2007), La cueva de los leprosos (2010) y de los relatos de Las mareas brujas (1991) y Mareas y marmullos (2011). Damos una nueva vida a mis novelas para ver qué dice el lector del siglo XXI”.
-El amor, la muerte, el sexo, el tiempo, los misterios de la vida, se entrelazan en esa Isla Menor, trasunto de El Hierro. ¿El Hierro está más de moda que nunca?
“Eso parece, porque sale todos los días en las noticias por esa desgracia general que es la emigración, la llegada diaria de cayucos a La Restinga que, como sabes, es el pueblo de mi infancia, y también de la tuya. Me acuerdo de jugar contigo por aquellas lavas cuando éramos unos chiquillos, Tinerfe. Ya en 2007, hago un capítulo en mi novela Terramores, donde avanzo la llegada de una patera con una mujer africana y un recién nacido, aunque jamás imaginé que las vendas de los gobiernos y los tejemanejes de las mafias convertirían este fenómeno en una especie de línea regular marítima entre las playas de Senegal y La Restinga. Esto es una auténtica aberración, una vergüenza para el conjunto de la humanidad”.

-Revisitar sus novelas, celebradas por grandes como José Saramago, Lázaro Carreter, Andrés Neuman o Rafael Arozarena, es lo que nos ofrece Archipiélago herreño. ¿Al reeditar no se arrepiente de nada?
“Estaba acojonado, la verdad. Volver sobre textos que había escrito con 20 años ahora que soy un pureta me daba miedo. Pensé que iba a ponerme a destrozar páginas y páginas y corregir, pero, sorprendentemente, encontré mi voz. Me reconocí. Y no me arrepentí. Por ejemplo, mi primera novela, El humilladero, con la que abro mi universo narrativo, sería otra novela diferente si la retocara. El año de la seca y Campiro que incluso gané dinero, porque ni era consciente de que podía ganarlo con las novelas, y me pude comprar mi primera moto de gran cilindrada. Con Terramores pude hacer hasta un cameo en la serie de televisión Hierro y conocer a los autores, los hermanos Coira, y a la actriz Candela Peña, que lee Terramoresen la serie, y gracias a la mayoría de mis novelas editadas en países como Alemania, Francia, Brasil, Portugal, etcétera, pude viajar a eventos literarios en todos esos países. No puedo quejarme”.
-¿El Hierro seguirá presente en sus futuras novelas?
“Sí. Ya he demostrado, primero a mí mismo y después a los lectores, que puedo escribir novelas y relatos en otras localizaciones y de otro estilo. Ahí está La ternura del caníbal, una de mis novelas menos conocidas, que además es una distopía futurista, pero muy poco leída creo que porque cuando se editó se armó el lío de la pandemia y no pudimos moverla. Ahora El Hierro que sale en lo que estoy escribiendo es la isla actual, la de los cayucos y la policía, la central hidroeólica, el wasap y las redes sociales. La isla del siglo XXI en contraste con la isla mítica, la isla extraña y misteriosa del pasado, la isla envuelta en la bruma y las brujas”.
-¿De verdad está escribiendo letras de reguetón?
“[Sonríe] Todo nació como un reto. Mi hijo, que en agosto cumplirá 14 años, escucha mucho ese tipo de música, y cuando se la critiqué me dijo que no sería capaz de hacer unas letras a lo Bad Bunny o Quevedo. Me vine arriba y escribí unas letras que, en realidad, van a ser capítulos de una próxima novela muy cómica que estoy haciendo sobre un personaje que he llamado Leidi Platanera, de “Lady”, una mujer hipermoderna que se aficiona a seguir el deporte del waterpolo por los cachas musculitos y se acuesta con una retahíla extravagante de hombres”.