Borracho y roto por dentro, Ferit ha intentado escapar de su propio dolor. Pero nada ni nadie ha podido alejarlo de lo único que no deja de dolerle: Seyran.

Ferit ha vuelto a perder el control. Borracho, en mitad de una discoteca, ha empezado a bailar con Pelin mientras un periodista le hacía fotos sin que él lo notara. Pero aunque su cuerpo seguía ahí, su mente estaba en otro lugar.

Entre luces, música y alcohol, ha recordado todas las veces que bailó con Seyran. Y ahora lo tiene claro: ya no siente nada por Pelin. Solo quiere a Seyran. Solo piensa en ella.

La rabia y el dolor lo han empujado a perder los papeles. Ha terminado pegándose con unos jóvenes. Ha vuelto a ser ese Ferit que todos critican: el chico de oro que llena titulares y decepciona a su familia.

Mientras tanto, sus pensamientos no lo han dejado respirar. Las palabras de Seyran, dejando en el aire si se casará con otro hombre, lo han destrozado por dentro. Y sabe que, por mucho que intente distraerse, ya no hay nada ni nadie que pueda llenar el vacío que ha dejado Seyran.