Tras enterarse de que su padre ha obligado a su hermana Suna a casarse, Seyran no ha podido más. Rota de dolor, ha salido de casa en mitad de la noche sin dar explicaciones. Ha llegado directamente a la mansión Korhan… y ha entrado sin pensarlo a la habitación de Ferit.

Allí le ha confesado que lo quiere, que no piensa alejarse de su lado y que juntos podrán superar la muerte de Fuat. Lo ha abrazado con fuerza… y ha calmado su dolor.

Ferit no se ha mostrado convencido. Cree que el destino los separará, igual que han conseguido hacerlo con Suna. Pero Seyran le ha recordado que se quieren, que lo que sienten puede con todo, que arreglarán los problemas… pase lo que pase.

En medio del dolor, Ferit la ha besado con amor. Y entonces, ha ocurrido. En un momento íntimo y lleno de amor, como si el mundo se parara y solo existieran ellos dos, Ferit y Seyran se han entregado el uno al otro por primera vez.

Lo que no imaginaban es que Pelin los estaba observando todo el tiempo, escondida y paralizada en la ventana de la habitación. Su mirada lo decía todo: no está dispuesta a quedarse de brazos cruzados.