ngañada, la joven se encierra en sí misma, como si el mundo ya no tuviera sentido. La confianza en Ferit desaparece, igual que los sueños que apenas empezaban a construir juntos. Mientras ella se aísla en su habitación, abajo estalla el caos: Halis Korhan, aunque ya sabía del embarazo, se impacta al descubrir que Pelin vive en la mansión. Şehmuz, sin piedad, lanza insultos que hieren el orgullo de Halis, pero él permanece en un silencio que esconde su temor ante las verdades que Şehmuz conoce.
Ferit, atrapado entre la desesperación y el orgullo, no logra impedir que Pelin sea echada, ni entiende todavía que lo que ha perdido no es solo a Pelin, sino a Seyran. Ella, mientras tanto, permanece inmóvil, devastada, sabiendo que nada volverá a ser igual. Suna, viendo el sufrimiento de su hermana, recurre a Abidin para que la saque de allí. Pero Seyran se niega a abandonar su encierro. Kazım, atento a la situación, planea recuperar su control sobre ella, mientras İfakat observa con satisfacción el deterioro del matrimonio de Ferit y Seyran.
Nükhet y Gülgün también lidian con sus propias angustias: la primera observa en silencio, la segunda sufre al ver a su hijo destruirse. Pero el momento decisivo llega cuando Seyran, decidida y llena de rabia, desciende a enfrentar a Halis Korhan. Sin miedo, le recrimina haber protegido la corrupción en la familia por mantener su poder. Como golpe final, lanza al suelo el collar que Hattuç le había entregado, dejando a Halis desarmado, recordándole que su verdadero miedo no es perder el poder, sino el vínculo con Hattuç.
Antes de irse, Seyran revela ante todos el secreto de Orhan e İfakat. El rostro de Halis se transforma en piedra y propina una bofetada a su hijo, desmoronando la última fachada de dignidad de los Korhan. Seyran se marcha sin mirar atrás, dejando un imperio familiar al borde del colapso. Mientras camina hacia la puerta, Ferit intenta detenerla, pero ella sigue firme: ya nada la detendrá. Ha roto sus cadenas y está dispuesta a forjar su propio camino. La era del imperio Korhan ha comenzado su caída irreversible.

La mansión Korhan se tambalea entre traiciones y conspiraciones. Kazım, calculador como siempre, ve que el matrimonio de Seyran y Ferit ha llegado a su fin, y redirige sus ambiciones hacia Suna y Kaya. Quiere oficializar su boda cuanto antes para garantizar una entrada directa a la herencia Korhan. Para él, no se trata de amor ni de familia, sino de poder y control. Sin embargo, Hattuç observa el caos con creciente desilusión; la casa ya no es un hogar, sino un campo de batalla. Seyran, agobiada por la tristeza, se refugia en la universidad, donde Ferit la encuentra dormida en la biblioteca. Al despertar, ella, llena de rabia, huye de él. Ferit la sigue, pero la tensión estalla en medio de la universidad ante las miradas de todos.
Mientras tanto, en la mansión, Aysen soporta el peso de la culpa en silencio, mientras Kaya espera afuera del cuarto de Suna toda la noche. Cuando ella finalmente lo enfrenta, le reprocha las palabras que escuchó de él con Nükhet. Kaya intenta justificar que fue por su madre, pero Suna no le cree del todo. Las heridas son profundas y la desconfianza, insuperable. A pesar de sus dudas, Kaya le propone unir fuerzas no solo por amor, sino para destruir a Halis Korhan y Kazım. Ella, tras una lucha interna, acepta casarse con él, viendo en ese matrimonio una herramienta estratégica para liberarse de su padre.
Kazım intenta forzar la boda, pero Suna se rebela por primera vez. Ante los gritos y golpes de Kazım, Latif irrumpe para expulsarlo de la mansión. La familia de Kazım parte derrotada, pero él promete venganza. Kaya, firme en su decisión, confronta a Nükhet y le declara que se casará con Suna pese a todo. Por otro lado, Pelin, arrastrada por Nükhet, se prepara para ayudar a Ferit a reconquistar a Seyran. Sin embargo, cuando Pelin y Ferit se presentan en el café donde está Seyran, ella rechaza toda explicación. Las palabras de Pelin no hacen más que revivir el dolor de la traición.
Finalmente, el matrimonio entre Suna y Kaya se celebra. Ahora ella es oficialmente parte de los Korhan y enfrenta a Kazım con determinación: ya no tiene poder sobre ella. Furioso, Kazım intenta imponerse, pero Kaya y Abidin lo enfrentan y lo derriban a golpes. Así cae el imperio de Kazım: exiliado de la mansión, sin poder ni influencia. Suna, con una nueva fuerza, inicia su propio reinado, mientras las intrigas en la familia Korhan apenas comienzan.