La vida de Ferit da un giro brutal al enterarse de la posible relación entre Seyran y Akın. Ferit se niega a creerlo, convencido de que Seyran aún lo ama y que todo es una farsa para proteger a Orhan, orquestada bajo la presión de Kazım. Sin embargo, Seyran, agotada de vivir a la sombra de los demás, anhela liberarse. Aunque sus sentimientos por Ferit son profundos, se ve obligada a mantener la farsa con Akın debido a una promesa a Orhan.
Ferit no soporta la idea de Seyran con Akın, a quien considera insignificante. Justo cuando está a punto de intervenir para recuperarla, una llamada de Kaya lo detiene: Pelin ha escapado del hospital y está en la empresa. Ferit se marcha rápidamente, dejando a Seyran sumida en la confusión y la soledad. Mientras tanto, el juego de la relación falsa comienza a pasar factura tanto a Seyran como a Akın. El destino de Ferit y Seyran sigue entrelazado, pero los obstáculos ahora son las decisiones pasadas y las obligaciones que los atan.
Kaya se esfuerza por ayudar a Pelin a superar su trauma. Al mismo tiempo, Asuman siente una atracción inesperada por su entrenador de gimnasio, una emoción que la sorprende desde la pérdida de Fuat.
Cuando Ferit llega a la empresa, se enfrenta a Pelin, quien confiesa, arrepentida, su noche con Serter. Pero para Ferit, sus palabras carecen de sentido. La paciencia de Ferit se ha agotado por las manipulaciones de Pelin, su papel en el asunto de Sacide y sus intrigas en la mansión. Le dice que ya no hay lazo entre ellos y se va, dejando a Pelin devastada. Kaya la lleva a la casa de Şehmuz para alejarla de Serter y de la presión. Ferit, ahora libre de Pelin, solo tiene un objetivo: reconectar con Seyran.
Suna se enfrenta directamente a Seyran sobre Akın. Seyran, sin ser del todo clara, insinúa que el matrimonio es una obligación indeseada, aunque el deseo de salvar a Orhan la mantiene alejada de Ferit. Suna ve esto como una oportunidad. La creencia de la adivina sobre “completar un destino inconcluso” resuena en su mente, y el distanciamiento de Seyran y Ferit acelera los planes secretos de Suna.
Suna finge apoyar a Seyran, pero en realidad busca minar la confianza de Ferit y separarlos. En la mansión, se produce un tenso enfrentamiento. İfakat visita a Orhan en prisión, pero él, sintiéndose abandonado por su familia y Halis Korhan, la rechaza, devastando a İfakat.
Suna llama a Ferit, insinuando que Seyran está con Akın y sembrando la duda. Ferit intenta mantener la calma, pero la posibilidad lo carcome. Le encarga a Abidin investigar el pasado de Akın, un acto que revela su profunda conexión con Seyran.
Suna visita la nueva casa de su familia por primera vez. Una mezcla de serenidad y nostalgia la inunda. La bienvenida de Esme, la satisfacción de Hattuç y el orgullo de Kazım transforman el ambiente. Ver a sus hijas reunidas llena de alegría a Kazım. Seyran le cuenta a Suna sobre el cambio de Kazım, quien ahora intenta ser un padre comprensivo, incluso preparándole una habitación para el arte. Esto conmueve a Suna y la hace cuestionar su propio matrimonio con Kaya.
La calidez del hogar despierta en Suna una mezcla de anhelo y celos. Se siente como la pieza que falta. Las palabras de la adivina regresan a su mente: completar un destino inconcluso. Ese destino es Ferit. Comienza a buscar información sobre él, aunque Seyran se muestra cautelosa. Suna ha tomado una decisión: se separará de Kaya y buscará a Ferit. Pero sabe que debe esperar el momento adecuado, el día en que el lazo entre Seyran y Ferit se rompa por completo. Mientras su familia cree que ha encontrado la paz, Suna planea un futuro diferente.
Para reforzar la paz en casa, Kazım organiza una cena con Suna y Seyran, invitando a Ökkeş y Akın. Esta invitación se convierte en una carga para Seyran, especialmente por la constante presencia de Ökkeş y la negativa de Kazım a retirar la denuncia contra Orhan. Kazım insiste en que Seyran se mantenga alejada de Ferit. Esta vez, Seyran le muestra un video donde declara que su relación con Ferit ha terminado y que seguirá su propio camino. Esto alivia a Kazım, pero el corazón de Seyran sigue amando a Ferit.
Ferit, desesperado por salvar a Orhan, recurre a İfakat, pero ella ya no tiene el mismo poder. Por la noche, Ökkeş llega a la casa sin Akın, alegando que está enfermo. Con una tensión palpable, Ökkeş amenaza veladamente a Seyran con atentar contra la vida de Orhan, una amenaza dirigida a toda la familia Korhan. Seyran siente el peso de esta amenaza silenciosa. Ahora no solo debe proteger a Ferit, sino también a toda su familia. La verdadera lucha apenas comienza.
Pelin regresa a la casa de Şehmuz, pero no como un escape, sino como un enfrentamiento con el pasado. Zerrin, decidida a proteger a su hija, contacta a su exesposo para enviar a Pelin a Londres. Sin embargo, Pelin se niega, pues para ella, Londres es un frío reflejo del pasado. Su único deseo es quedarse en Estambul y acercarse a Ferit, un anhelo cada día más desesperanzador.
Mientras tanto, en la mansión, Ayşen comienza a sentir una profunda atracción por Abidin. La sinceridad y la cálida sonrisa de Abidin despiertan nuevas emociones en Ayşen, preocupando a su madre Şefika, quien teme las consecuencias de esta relación.

Kaya intenta confrontar a Suna para salvar su matrimonio, pero Suna lo pospone, evadiendo no solo a Kaya, sino también sus sentimientos incontrolables, especialmente su interés por Ferit, lo que la lleva a cuestionar cada vez más su matrimonio.
En medio de estas turbulencias, estalla una nueva crisis. Halis Korhan organiza un tratamiento en un hospital de Estados Unidos para la delicada salud de Nükhet. Sin embargo, esta decisión, tomada sin consultarla, enfurece a Nükhet, quien rechaza el tratamiento y se niega a viajar. Las buenas intenciones de Halis chocan con el frágil estado emocional de Nükhet.
İfakat, como último recurso, acepta colaborar con Şehmuz para sacar a Orhan de prisión. Şehmuz, motivado por el caso de Orhan y su interés en İfakat, recibe la propuesta con entusiasmo, mostrando abiertamente su atracción y tranquilizándola al confesarle que ha infiltrado a uno de sus hombres en la cárcel.
Mientras tanto, Ferit se reúne en secreto con una persona recomendada por el conde Ziya, viejo amigo de Halis Korhan. Su interlocutor insinúa que detrás de la trampa tendida a Orhan hay conexiones de gran alcance y una red oscura que se extiende desde dentro de la prisión hasta el exterior. A pesar de la complejidad del panorama, Ferit está decidido a luchar.
En la casa de Kazım reina una paz momentánea. Después de la cena, Seyran recibe un mensaje de Ferit: él quiere verla una última vez. Aunque en conflicto interno, Seyran se deja llevar por sus sentimientos y accede a la cita en secreto. Ferit le expresa su deseo de comenzar de nuevo. Sin embargo, Seyran lo rechaza, consciente de que este amor ya no solo los involucra a ellos, sino que afecta a todos a su alrededor. Las condiciones impuestas por su padre, las amenazas de Ökkeş y todo el caos vivido hacen que su decisión sea aún más difícil.
Al regresar a casa, Seyran se cruza en el jardín con Ökkeş. Él le muestra una fotografía de Orhan golpeado en la prisión. Al ver la imagen, Seyran queda paralizada. Ya no solo lidia con sus sentimientos, sino que debe enfrentar decisiones que afectan directamente la vida de una persona. La mirada de Ökkeş deja claro que esta guerra no ha hecho más que comenzar.
Seyran se siente atrapada entre el amor que aún siente por Ferit y la amenaza constante de Kazım sobre la vida de Orhan, lo que le dificulta incluso respirar con tranquilidad. Cada encuentro con Ferit representa un riesgo, mientras que las imágenes de la violencia que Orhan sufre en prisión no se borran de su mente. Esta distancia ya no significa simplemente una separación amorosa, sino una lucha por proteger la vida de alguien.
En ese momento, llega la noticia de que Hattuç se ha enfermado. A pesar del pasado compartido, Halis Korhan quiere expresarle sus deseos de pronta recuperación. Sin embargo, Hattuç, marcada por las heridas de los años, no responde a la llamada. El intento fallido de Halis deja en evidencia el peso imperdonable del pasado.
Mientras tanto, Ökkeş profundiza sus planes. Sin olvidar los abusos sufridos a manos de Halis en su juventud, decide que ha llegado el momento de la venganza, no con palabras, sino con acciones. Uno de los negocios más valiosos de Halis, una joyería, es atacado con armas en plena madrugada. Este ataque sacude a la familia Korhan, y Halis se da cuenta de lo cerca que están sus enemigos.
En medio de este caos, Seyran y Suna trazan un plan radical. Con la intención de cortar todo lazo con Ferit, Seyran le pide a Suna que organice un encuentro privado con él. Al mismo tiempo, Seyran aparece en ese lugar acompañada de Akın, dando a entender que ha iniciado una nueva vida frente a los ojos de Ferit. Para Seyran, esta escena no es solo una estrategia, sino una despedida emocional realizada en nombre de la protección de su familia.
Por otro lado, la historia de Pelin toma un rumbo diferente. Zerrin quiere enviarla a Londres, pero Pelin se niega. Como último recurso, contacta a Serter y le propone comenzar una nueva vida juntos. Serter acepta sin dudar. Ambos, decididos a dejar atrás el pasado y las decepciones, se embarcan en un nuevo comienzo.
Akın llega a la casa de Kazım según lo planeado, mientras Seyran, a pesar del torbellino emocional que lleva dentro, intenta mantener una apariencia serena. Con dificultad, continúa con el papel que ha preparado y se marcha con Akın. Por otro lado, Suna también cumple su parte del plan. Se reúne con Ferit y le dice que Seyran ya no lo ama, que ha seguido adelante con su vida. Ferit escucha esas palabras, pero su corazón se resiste. No es fácil borrar de un momento a otro todo lo que vivieron juntos, todo lo que compartieron.
Suna entonces juega su última carta para convencerlo: “Míralo con tus propios ojos.” Acto seguido, lo lleva al lugar donde Seyran y Akın se han citado. Cuando Ferit entra, el tiempo parece detenerse. Sus ojos buscan entre la multitud hasta encontrar a Seyran, y justo después, ve a Akın sentado a su lado. En ese instante, todo su cuerpo se tensa, sus manos se cierran en puños involuntariamente. Desea avanzar hacia la mesa, detenerlo todo.
Sin embargo, Seyran interpreta su papel con maestría. Mira a Ferit directamente a los ojos, reprimiendo todos sus sentimientos, y toma la mano de Akın. En medio de la multitud, ante los ojos de Ferit, sale del lugar acompañada de él. Esa imagen se clava como una daga en el corazón de Ferit. Se queda paralizado. El dolor que grita dentro de él no se manifiesta en palabras, pero sus ojos lo dicen todo. Suna permanece en silencio a su lado; ya no hay nada que decir. Para Ferit, ese instante no solo marca una separación, sino el fin de una era. Ver la mano de Seyran entrelazada con otra por primera vez le hace sentir, con una profundidad desgarradora, que todo ha terminado de verdad. Y ya nada volverá a ser como antes.