La familia Korhan vive momentos de profunda tristeza tras la inesperada muerte de Fuat. En su primera cena sin él, el ambiente es desolador: el silencio, las lágrimas contenidas y la silla vacía hablan más que mil palabras. Es entonces cuando Halis, visiblemente afectado, rompe el silencio para rendir homenaje a su nieto: “No ha traído más que bondad a esta familia”, dice con la voz entrecortada. Pero sus palabras más conmovedoras están dirigidas a Asuman: “Eres una más de esta casa… donde tu corazón esté en paz, allí debes quedarte”.
Estas palabras tocan profundamente a Asuman, quien guarda unos segundos de silencio antes de abrir su corazón. Con la mirada fija en la silla vacía de Fuat, confiesa: “Aprendí a curarme heridas desde el día en que me dijeron que no podría ser madre”. Y con una mezcla de dolor y decisión, añade: “Quiero quedarme a su lado todas las noches”.
Su declaración conmueve a todos, especialmente a Ferit, quien no puede contener la emoción y se levanta para abrazarla. Es un gesto de reconocimiento, de aceptación, de amor. Porque Asuman, más allá de los lazos formales, ya forma parte de esa familia.
Con esta decisión, Asuman reafirma su lugar en la familia Korhan y en la memoria de Fuat. Su presencia se convierte en un símbolo de continuidad y de cariño eterno. En medio del duelo, su decisión es una luz de esperanza y de unión para una familia que lucha por mantenerse en pie.